Sabela Baña, la geometría del sentimiento
Sabela Baña se instala en la geometría del sentimiento, en el instante, en la
percepción del momento de la conciencia de la artista. Sus formas son dinámicas,
potencian un cierto pulso nervioso, que se entretiene consigo mismo, que se
habilita con contumacia y determinación.
Su manera de ver las cosas es sutil, suave, elegante, pero, a la vez, pulsando
el romance, o bien el fuego, a veces es hielo, también flor de la pradera,
asimismo agua cristalina, amanecer, luna llena, sol ardiente, siempre fijándose
en la música del ambiente.
Aparece la poesía, elipsis, metáfora, elegancia del sentimiento que brota de la
forma, que la hace estremecer, alejándola del hieratismo.
Su obra estructura no es hierática porque busca el nervio del momento. Es parte
de su propia poesía, es consustancial con su actividad y actitud frente a lo que
se conoce y a lo que está por conocer.
Surge de momentos, de determinados instantes, formulando un discurso claro,
demoledor y preciso, en el sentido de ser coherente con sus propios cambios, con
su nerviosismo y con su capacidad de transmutar, buscando aquellos segundos
mágicos, esos instantes de serena percepción.
Su ritmo es alto, está en plena carrera, trasgrede el silencio, supera la calma,
se instala en la cresta de la ola para pintar las geometrías que la conducen
hacia el camino de cristal de la ancha llanura.
Establece su camino en la variación, se posiciona en determinados laberintos
para superarlos, pero, también, pretende ir más allá de la anécdota para acabar
siendo constante y coherente con sus consecuentes cambios e interactuaciones.
Enfila su obra como producto del momento, del instante preciso, de la alegoría
final de un entendimiento subconsciente con el color.
El color determina una serie, pero, también surge de lo que es onírico, para
nutrirse y nutrir, adjetivar aquello que observamos y hacerle recitar poemas al
viento en momentos de percepción con los instantes en los que la naturaleza se
eleva majestuosa, casi como por arte de magia, en el terraplén de la vida, como
consecuencia de la actividad demoledora de las neuronas y células, que forman
ejércitos de iluminación energética, al igual que sus estructuras y formas, que
son consecuencia del pulso del mundo.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)
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