El concepto de libertad en la
creación plástica de Francesc Subarroca
Las ideas se materializan, pero, primero, son conceptos, es decir que no
poseen corporeidad. Se van convirtiendo en hechos tras su puesta en
práctica, o su constatación dinámica.
Francesc Subarroca pertenece a esa clase de pintores que va más allá de la
anécdota, que se constituye como adalid de la libertad, sin caer en lo
panfletario, tampoco en lo ampuloso, asimismo sin pretender ser
grandilocuente.
Es muy difícil ser coherente, en primer lugar porque todos poseemos
conceptos establecidos, ideas preexistentes, arrastramos un karma, somos
producto de las circunstancias. Somos el resultado de una realidad, el
compromiso nos invade, la fuerza de la determinación nos acompaña,
envolviéndonos en un marasmo de insinuaciones. Está claro que formamos parte
de la energía, estamos constituidos por materia, cuerpo etérico y cuerpo de
luz, astralidad y subconciencia.
El cerebro y las glándulas regulan la energía, los chacras se abren al
vacío,que es la fuerza de nuestro yo interno. Somos producto de lo
intrínseco, que se deriva de lo sublimado, de la capacidad de ver más allá.
El concepto de la libertad en la creación plástica de Francesc Subarroca
está implícito, es producto resultante de su visión profunda de la
existencia.
Mira la vida con ojos directos, de escrutador que mira sin mirar, porque su
visión navega más allá de las anécdotas. Es un creador dotado de una energía
tal que no necesita demostrar que la posee. Porque, precisamente, el
resultado de su posición viene dado por su forma de entender el concepto de
libertad. Una idea que se repite a lo largo de toda su producción pictórica,
como en 'Gàbia i ocell', 'Donna i ocell' y tantas otras. Capta la realidad
de los barrios marginales de la Barcelona de los cincuenta, los diferentes
oficios, la clase trabajadora, pescadores, agricultores, obreros,
profesionales, pero, también plasma mujeres, parejas felices, situaciones
paisajísticas con animales de protagonista. Exhibe escenas del mundo urbano,
otras del mundo rural, es un buen entendedor de la complejidad de la
filosofía.
Primero imprime carácter a su obra, luego, potencia determinación y
fortaleza alegórica, contiene a la realidad en elipsis, parábolas visuales,
donde todo se flexibiliza, los árboles se gestualizan, las nubes se
densifican, los personajes fluyen, flotan, caminan pero están ahí.
Mundo onírico, que aparece y desaparece, conciente y subconsciente, yo y
Súper Yo, yo, tú, él y el ello. La libertad le permite captar diferentes
puntos de vista de una existencia basada en la complejidad, porque en lo
diverso reside el paradigma.
Sin teoría de contrarios no existiría la realidad, no sería posible la
libertad.
Su concepto es claro, no se trata simplemente de una manera de ver la vida,
sino de una forma de entender la existencia, de comprender que el más allá
se encuentra en el más acá.
La falta de libertad para Francesc es impulsar las limitaciones de los otros
impuestas por nosotros, prohibiéndoles su normal desenvolvimiento, sin
olvidarnos que nosotros también somos producto de las circunstancias. Todo
está incluido en el laberinto, hay pasadizos, pasajes, entradas secretas,
triangulaciones, caminos que nos conducen hacia la explicación de la
conjetura de conjeturas. No hay un discurso lineal en la vida, sino una
actitud preferente que se inserta en la propia sublimación, contenida en la
constatación de la fuerza del frenesí.
No hay libertad porque empieza y acaba donde empieza y acaba la libertad del
otro. No hay libertad porque las parcelas de libertad existentes son
producto de la imaginación. De ahí que lo explicite claramente, de manera
sencilla, esa falta de libertad, en entornos
agradables, con personajes femeninos de protagonista, con animales
enjaulados como símbolo.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte
(AICA) |