Francisca Blázquez, la constante búsqueda
de la trascendencia
El mundo que
conocemos está formado por elementos geométricos,
aunque la presencia de los detalles y de las
características externas los disfracen y los
disimulen en muchas ocasiones. Vemos una realidad que es producto
de nuestro conocimiento y de la historia, de nuestra propia vida y
de otras muchas vidas de hoy, de ayer y de anteayer. Todo
suma. Somos personas compuestas de consciente e
inconsciente. Nosotros observamos las cosas, sentimos las
sensaciones, intelectualizamos o no las circunstancias en
función de la propia evidencia real consciente. Pero no
queda ahí la cosa. También conectamos con el
inconsciente y, por lo tanto, también vemos de esa
otra manera. De ahí que la geometría sea
parte inherente de lo representado y de nosotros mismos, aunque no
siempre la valoramos en este justo término.
Podemos
preguntarnos si estamos ante una geométrica matemática.
Y tenemos que responder que sí, sin lugar a dudas.
Pero podemos seguir interrogándonos: esa geometría
¿es producto de la versatilidad? Y también
tenemos que responder que sí, evidentemente. Está claro
que hay una diversidad de posibilidades, tantas como
personas y canales de comprensión de las mismas. Y
eso si tenemos en cuenta que estamos hablando solo de este
planeta y no nos interesamos por otras formas de existencia
distintas de las de aquí. Francisca Blázquez
es una autora geométrica, que, sin renunciar al
pasado, nos introduce en un nuevo concepto basado en la elegancia de
la búsqueda personal. No hay determinación
purista en su estética conformada por opciones
cálidas cromáticas y estructurales pensadas para ser
emplazadas en situaciones espaciales.
No es una
artista que persiga sorprender al espectador, porque su obra
posee suficiente consistencia como para no caer en trucos
artificiosos. Su desbordante fantasía la conduce a
presentar una gran variedad de propuestas en las que hay
una constante común: su permanente búsqueda de
la trascendencia.
Francisca es una creadora comprometida
consigo misma, especialmente con la búsqueda de la
iluminación interior. Su forma de vida austera,
practicante de danza clásica, natación, gimnasia y
jazz, o bien sus deseos anhelantes de conectar con la
naturaleza circundante, con el medio que nos permite ser
más profundos y conocernos con mayor alcance, se
reflejan vivencialmente en su pintura que, sin embargo, no describe
la realidad. En una sociedad de los mass-media,
dominada por la necesidad de consolidar imagen ante todo,
el poder discernir más allá de los límites
habituales le impulsa a ser lumínica. Entendiendo como
lumínica, espiritual, trascendente, es decir un ser
humano que va más allá de religiones vacías,
de los rituales sin sentido, siendo fiel a sí misma y
a todo lo que significa ser coherente consigo misma y con su
multiplicidad existencial.
Autora de más de 2.000
obras, con más de 35 exposiciones individuales y
320 colectivas en una docena de países, la autora madrileña
nos conecta con mundos fantásticos, o bien con
formas geométricas inverosímiles para la
mente del ser humano común, pero, seguramente, existentes en
otras dimensiones o bien en la realidad más avanzada
de la existencia que solo los iniciados conocen.
Su principal aportación a la geometría actual es que no
es una creadora que apoye investigación plástica
sin coherencia. Es una auténtica artista vivencial,
que se introduce en el marasmo dimensional a partir de su
pasión espiritual por la luminiscencia y su facilidad en ver
la libertad allá donde los demás ven
obstáculos oscuros o cristales que no reflejan su
interior más puro. Su obra es vida, recrea vida y
aporta vida
Pedro Pérez Director
gerente de Grupo Dúplex
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