Expone
en Casa de Cultura de Sant Cugat (Barcelona) del 2 de abril al 2 de mayo de 2009
Marisa Ordoñez, en el silencio de la forma, el paradigma de la evolución, la
fuerza de la sintesis
Sintética, pero especialmente sinuosa, su escultura formal es movimiento y
energía, dentro de una cierta predisposición al volumen, sin renunciar a la
voluntad de lo que se percibe.
Es una creadora que capta el volumen, la extensión de la materia, la
determinación de la percepción de lo que va más allá de lo emblemático.
Su obra no renuncia a la espectacularidad, pero siempre se posiciona dentro de
una síntesis profunda.
Busca pulir la piedra arenisca, alegoría fina de una voluntad constante que le
permite dominar texturas para perpetuar su determinación de pureza.
La creadora leonesa Marisa Ordoñez, residente en la Ciudad Condal desde hace
muchos años, expone su obra escultórica en la Casa de Cultura de Sant Cugat
(Barcelona) próxima al Monasterio, juntamente con las creaciones de Ana María
Beaulieu, Salvador Valente y Jesús P. Villanueva, del 2 de abril al 2 de mayo de
2009, con el título ‘Entrellaçats’ (Entrelazados).
Marisa Ordoñez, presenta escultura elaborada, sutil, siguiendo lo insinuado, la
sugerencia, la esencia de lo sutil y la suavidad silente, que se instala en lo
más profundo de la determinación creadora, que se cuestiona con respecto al
paradigma de la evolución.
Su creación se halla inmersa en un discurso poético, pero sin que destaque por
su barroquismo, antes al contrario, busca la austeridad para fomentar la
expresión profunda de los valores que representa universales y cósmicos, siempre
con un cierto sentido de arraigo al planeta tierra.
Se instala en la dinámica de lo sugerente, en la evidencia de la profundización
de lo elegante y determinante, porque entiende que la belleza es perfección y el
arte jamás puede renunciar a ambas.
Acapara la forma, la materia que encierra, la forma, que es descripción, para ir
más allá, en pos del sentimiento, en virtud de la búsqueda continua del
misterio.
El misterio en su escultura se sitúa en lo más determinante de la propia
existencia, que es voluntad de transcender, pero, también, de iluminación, es
decir de ir más allá de lo biológico.
Es una artista que pretende continuamente el silencio, que se concentra en la
perfección de lo emblemático, plasmando la evidencia de lo determinante
insinuante, porque en la pureza de texturas, en el pulimiento de las
estructuras, se halla la profundidad del alma que capta.
En ocasiones abstracta, en otras expresiva, también alegórica y figurativa,
busca la mujer como centro, el sentimiento como norte, la perfección como la
actitud más profunda.
En Casa de Cultura de Sant Cugat (Barcelona) podemos contemplar también una
instalación de Marisa inspirada en el texto Las Metamorfosis, del libro primero
de Ovidio, acto de creación del ser humano, en la que profundiza en la dicotomía
materia-forma.
En dicha instalación plasma lo material para mostrarnos el poder de la vida
pero, a la vez, la evidencia del más allá, dándole sentido verdadero a lo que
vemos y sentimos.
En el fondo se cuestiona en relación al alma y el espíritu, en una dinámica en
la que lo importante es lo que se constata, pero lo que prevalece es lo que no
se ve pero es determinante.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)
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