PRINCIPAL  |   CONTACTO

 
   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
Críticas

 

 

Mariano Cano, de la simbología, la evidencia de lo alegórico

 

 

 

Mariano Cano se concentra en el poder evocador de la simbología, es decir en potenciar aquello que expresa una pulsión de la realidad situada a una distancia mucho más brillante porque permite expresarla con mayores medios y amplia visión.


La realidad es una, o diversa, puede ser espejismo, maya desbocado o armonía. Pero, además, la realidad tiene unas connotaciones, es evidente, pero dentro de unos parámetros, los que marca nuestro cerebro.     


 

Mariano Cano: El hombre y la mujer flor


 

 

Mientras que la dinámica de la simbología, nos permite potenciar la realidad a unos paradigmas mucho más avanzados.


Se trata de indagar en la evolución de la formulación de la realidad, auspiciándola como alegoría elevada a una potencia energética más singular y determinante.


Lo alegórico permite ensalzar la realidad, situándola a un plano superior de nuestro campo de visión. Por eso la última producción de joyería realizada en plata, pedrería y otros materiales del joyero castellano exalta la idea del amor a base de simbología y alegorías variadas.


El amor es parte de la expresión singular de la humanidad. Es energía en estado puro, que juega con la elevación de la graduación de la realidad a estadios más sutiles.


La singularidad del amor descansa en la fuerza de la fenomenología que lo nutre. La verdad del amor es la verdad de lo singular. La verdad es potenciación del conjunto de verdades. El amor es la verdad que potencia el conjunto de verdades. La simbología aplicada al amor es la expresión máxima de un estadio de amor.


La joyería de Mariano se fundamenta en su última serie en dialogar entre el cerca y el lejos, en la perspectiva y la dinámica de la obra de cariz geométrico, de formulación sustancial, de determinación verosímil e inverosímil, de gran iconicidad, mostrando personajes, flores, formas, objetos, elementos y composiciones referenciales.


La verdad descansa en la manera de servir al amor, como paradigma que enloquece o racionaliza el mundo hacia lo singular emblemático contenido en lo personal.


La verdad es la fortaleza de la visión, la elongación de lo sutil, encuadrado en lo real elevado a la categoría de temática.


La disposición compositiva es fundamental, enlazando con la fortaleza de lo inusual en lo sutil sugerente, que se encuadra en una oferta de gran escenografía y plasticidad.

 

 

 

Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)

 

 

 

  

 

Principal | Biografía | Críticas  | Artículos | Francisca Blázquez | Reportajes | Enlaces | Contacto

 © 2006-2020  www.joanlluismontane.net

Aviso Legal

         

Diseño ServiwebSI