El abanico y el juego de la
mirada en la obra de Olimpia Peco
El abanico y el mantón de Manila, son dos elementos que acompañan de forma
frecuente a las mujeres exóticas, elegantes y bellas que emplea como símbolo en
su producción pictórica Olimpia Peco.
En líneas generales es la figura de la mujer la que predomina, porque es grácil,
sugestiva, sugerente y realmente espléndida, acto de amor y de auténtica
belleza. No solo por sus curvas y mirada, rostro y aspecto general, sino por su
paz, su sensación de serena efervescencia contenida, que habla sin hablar a
través de actitudes y de ojos que son como faros transmisores de estados de
ánimo. En ocasiones, en su pintura, todo sucede como en una sesión de sombras
chinescas, sin apenas hacer ruido, con movimiento contenido, indagando en la
fenomenología de lo que se dice sin expresarlo siquiera pero allí queda. En este
contexto, en su producción dedicada a la figura, destaca el uso del abanico.
El abanico es un adorno fundamental en la mujer de Olimpia, y que fue usado
desde las civilizaciones antiguas como la de Egipto. En el país del Nilo eran de
gran tamaño, realizados con plumas de ave, movidos por esclavos, con movimientos
acompasados y repetitivos, para dar aire al faraón pero también para espantar
moscas y otros insectos. Los etruscos fue otra de las culturas que empleó el
abanico, alrededor del año 500 antes de Cristo. En otros confines de Asia,
especialmente en China, también era usado, aunque como pequeño objeto personal.
En el país del imperio permanente no sólo servía para refrescarse sino que
también era un elemento bello, decorativo y elegante. El abanico chino se
caracterizaba por su elaborada confección y por la utilización de material tales
como: sedas, papel, plumas, bambú, encajes, marfil y maderas livianas, entre
otros. Cada abanico era diferente, dado que se pintaban como ornamento
estrictamente personal y también como símbolo de complicidad amorosa. Hasta que
en el país del sol naciente, se crea el abanico plegable, concretamente en el
siglo VII después de Cristo, país en el que fue muy utilizado, llegando a ser
parte de un elemento ritual.
De Japón a Europa, divulgándose en España y de nuestro país a América, siendo
usado por las mujeres, también las mujeres de Olimpia Peco, en las que se puede
apreciar su intención de comunicación, asimismo en línea con una actitud de
moda, pero, asimismo, de coquetería, amorosa, o como elemento social y cultural.
El abanico fue difundido especialmente en los siglos XVIII y XIX, empleado en
literatura y arte. Hoy, aunque su uso no es tan frecuente, se continua
fabricando y empleando. Tanto a nivel comercial, utilitario en la época de
calor, o bien en el ámbito artístico. En sí mismo es una auténtica obra de arte,
dado que algunos muestran bellas litografías estampadas.
Otro de los elementos constantes en la producción plástica de la artista pintora
castellana, residente en Canarias, es las muñecas. Constantes en sus bodegones,
también acompañan en determinados retratos y en las figuras.
Las muñecas son juguetes que representan seres humanos, destinados a las niñas y
también a las no tan niñas.
Siempre ha habido muñecas, incluso se han encontrado en excavaciones de tumbas
egipcias datadas del siglo XXI antes de Cristo. Quizás se trata de los juguetes
más antiguos de la historia. Se sabe que tanto los romanos como los griegos
disponían de muñecas articuladas con las que las niñas podían jugar y también se
ha demostrado la existencia, a comienzos de la era cristiana, de casas de
muñecas. Muñecas que Peco presenta acompañadas por flores, jarrones,
habitaciones tocador, alfombras, ventanas entrañables de madera, a modo de mundo
interior, casi ingenuo, pero real, a la vez sensible y sutil, cimientos de una
actitud que enfrenta la realidad con la delicadeza de una mirada trasparente.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)
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